sábado, 14 de septiembre de 2013

Banquete de tiranos

Hay una raza vil de hombres tenaces

De sí propios inflados, y hechos todos,

Todos, del pelo al pie, de garra y diente;

Y hay otros, como flor, que al viento exhalan

En el amor del hombre su perfume.

Como en el bosque hay tórtolas y fieras

Y plantas insectívoras y pura

Sensitiva y clavel en los jardines.

De alma de hombres los unos se alimentan:

Los otros su alma dan a que se nutran

Y perfumen su diente los glotones,

Tal como el hierro frío en las entrañas

De la virgen que mata se calienta.


A un banquete se sientan los tiranos,

Donde se sirven hombres: y esos viles

Que a los tiranos aman, diligentes

Cerebro y corazón de hombres devoran:

Pero cuando la mano ensangrentada

Hunden en el manjar, del mártir muerto

Surge una luz que los aterra, flores

Grandes como una cruz súbito surgen

Y huyen, rojo el hocico, y pavoridos

A sus negras entrañas los tiranos.


Los que se aman a sí: los que la augusta

Razón a su avaricia y gula ponen:

Los que no ostentan en la frente honrada

Ese cinto de luz que el yugo funde

Como el inmenso sol en ascuas quiebra

Los astros que a su seno se abalanzan:

Los que no llevan del decoro humano

Ornado el sano pecho: los menores

Y segundones de la vida, sólo

A su goce ruin y medro atentos

Y no al concierto universal.


Danzas, comidas, músicas, harenes,

Jamás la aprobación de un hombre honrado.

Y si acaso sin sangre hacerse puede,

Hágase... clávalos, clávalos

En el horcón más alto del camino

Por la mitad de la villana frente.

A la grandiosa humanidad traidores,

Como implacable obrero

Que un féretro de bronce clavetea,

Los que contigo

Se parten la nación a dentelladas.




José Martí. Versos libres, 1882. En Ismaelillo, Versos libres, Versos sencillos. Cátedra, 1987.

Imagen: Alexéi Savrásov. Los grajos han vuelto, 1871.

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