viernes, 11 de abril de 2014

Romance de Juan Carlos Vallejo



                            A Zulema Silva, su madre

¡Mirad a mi hijo,

miradle a la cara,

la flor de mi vida,

la luz de mi casa!

¡Mirad a mi hijo,

se mató en la fábrica!

Juan Carlos Vallejo,

así se llamaba,

sólo veinte años,

¡miradle a la cara!,

veinte amaneceres

y ya con mortaja.

Era otro emigrante

de los que aquí andan,

otro ecuatoriano

venido con ganas

de abrirse a la vida

con fe y esperanza.

¡Ay, hijo querido,

mi hijo del alma,

aunque sin papeles,

qué bien trabajabas!

¡Mi hijo querido,

tan frío en la fábrica!

Y aquellos patronos

de negras entrañas,

aquellos malditos

sin ley ni palabra,

que todo temían

(¡miradle a la cara!)

salvo la mentira

y la canallada,

salvo la justicia

divina y humana,

aquellos malditos,

no respetan nada.

Tan pronto mi hijo

cayó y se mataba,

¡ay, Virgen María,

las carnes me sangran!,

el mono le quitan 

y le desnudaban,

ladrón le decían

(¡miradle a la cara!),

ladrón le decían

y él se desangraba.

¡Ay, hijo querido,

mi hijo del alma,

nadie te defiende,

cuando te difaman!

Y a aquellos malditos,

de tan negra entraña,

la gente de orden

hasta los alaba

y como a unos santos

les pone peana.

Vergüenza no tienen

ni tienen agallas.

Esta muerte negra,

¡ay, hijo de mi alma!,

te alcanzó en La Rioja,

sea vil su fama,

en Baños del Tobías,

arda entre las llamas,

pues su gente dice

que allí no hay morralla.


Este romance tiene su origen en el suceso ocurrido en el año 2003 en el pueblo riojano de Baños de Río Tobías, en donde el trabajador ecuatoriano Juan Carlos Vallejo perdió la vida en un “accidente” laboral. Cuando un hijo del dueño del almacén donde trabajaba descubrió el cadáver del joven, le despojó de su ropa de trabajo y dijo luego a la policía que seguramente se trataría de un ladrón que había ido a robar. Condenados posteriormente los dueños del almacén, autoridades locales y regionales pedían el indulto para el empresario. Zulema, la madre de la víctima, recorrió Madrid recogiendo firmas para exigir que se hiciera justicia.


Conrado Santamaría. Cancionero de escombros con hoguera. Trabuco ediciones, 2014.

Imagen: Joaquín Sorolla. ¡Y aún dicen que el pescado es caro! 1894

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