martes, 4 de julio de 2017

[Duerme el hacha]



Duerme el hacha su sueño de madera.

Caminan en silencio las cigarras

para no despertar el filo hiriente,

la herida de metal que repercute

en el temor esquivo de los pinos.

Caminan en silencio las rapaces,

las liebres, los insectos, los helechos.


El bosque entero avanza lentamente

en la cordialidad de las ardillas,

en el canto gastado de las piedras

y en la respiración de los lagartos

que cuentan muy despacio sus escamas

y el temblor que oscurece los abetos.


Los algarrobos mueven a los grillos

y en cada traslación y rotación

el bosque se desplaza a su raíz,

su brío y clorofila, sus rastrojos

que evitan despertar a los metales,

la ira insidiosa con que el hierro muerde.


Árboles y animales disimulan

el resplandor intenso de vivir

y marcan, sigilosos, el terreno.

Cuando despierta el hacha, solo quedan

ariscas superficies de hormigón

y un rostro de maleza florecida.



                                               Con Antonio Colinas





María Ángeles Pérez López. Fiebre y compasión de los metales. Vaso Roto, 2016.

Imagen: Ansel Adams. Aspens, 1958.

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