martes, 11 de julio de 2017

La verdad es la única realidad



Del otro lado de la reja está la realidad, de

este lado de la reja también está

la realidad; la única irreal

es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien

si pertenece al mundo de los vivos, al

mundo de los muertos, al mundo de las

fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción.

Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel

cuerpo, ese vaso de vino, el amor y

las flaquezas del amor, por supuesto, forman

parte de la realidad; un disparo en

la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos

gritos irreales de dolor real de los torturados en

el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía

cualquiera

son parte de la memoria, no suponen necesariamente el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente

es la reja cuadriculando el cielo, el canto

perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz

fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia

porque las

masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como

la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia

estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia

del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro

como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria

o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su

realidad.

Aunque parezca a veces una mentira, la única

mentira no es siquiera la traición, es

simplemente una reja que no pertenece a la realidad.


Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973





Francisco Urondo. En Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000). Selección de Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, José Ángel Valente y Blanca Varela. Galaxia Gutenberg, 2002.

2 comentarios:

  1. Por esas fechas me hallaba yo tras las rejas de la ya desaparecida cárcel de Carabanchel. Soñaba entonces, y sigo soñando hoy, con fundirlas todas para hacer puentes.

    Salud!

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  2. Una experiencia chunga, chunga, sin duda. Al menos, puedes contarlo, y afirmar ahora que parte de esas rejas sí que han servido para construir puentes y vínculos. Salud!

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